Osvaldo me llama para saludarme, nada más. Hablamos por unos cinco minutos o seis, de pavadas. Osvaldo es tan buenmozo… mucho más buenmozo que el DJ, pero es demasiado nervioso. Cuando estuve con él, siempre me contagiaba los nervios. Esa relación la terminé, a decir verdad, hecha pedazos, no sé ni para qué llama.