Zhuang Zi, quizá el más grande de los escritores taoístas, floreció hacia el siglo -IV. El libro que lleva su nombre consta de 33 capítulos, de los que la crítica moderna ha dejado establecido que se le pueden atribuir con seguridad los siete primeros.
Para Zhuang Zi, el bien sumo del ser humano es la armonía y la libertad, las cuales se alcanzan si uno sigue con espontaneidad la propia naturaleza. Central al pensamiento del Zhuang-Zi es la doctrina de la no-acción (wu-wei), es decir, del obrar desapegadamente. Es el meollo de la espontaneidad taoísta: dejar a todas las cosas su libre curso, rechazando las diferencias mentales entre bien y mal, vida y muerte, etcétera. Dichas oposiciones son cambios sin término, y no un comienzo o un fin.
El sabio debe identificarse con el Tao y dejar discurrir espontáneamente su vida, suprimiendo metas y deseos, y alcanzando así la genuina libertad. Doctrina ésta que muestra una clara sintonía con el pensamiento budista.
Aunque el Zhuang-Zi se remonta al siglo -IV, su mayor difusión la alcanzó en la época Wei Jin, ejerciendo una enorme influencia entre los pensadores chinos, y formando con el Tao-te-king (o Lao-Zi) y el Lie-Zi, la trilogía clásica del taoísmo. Su repercusión en el mundo occidental ha sido también importantísima.