No puede haber una fórmula más desatinada. Un tiempo que se prolonga es todo lo contrario a la eternidad que es, más bien, una suspensión de lo temporal. Si hubiera que buscar una imagen de la eternidad en el tiempo, sería más útil pensar en el concepto de «instante», y justamente, en el sentido antes aludido del Fausto: «¡detente instante, eres tan bello!». La eternidad es más bien un instante que se detiene.