Su embarazo despertó en él un implacable deseo de asegurar lo que era suyo.
Cuando la inocente Hana Everly cayó en brazos de su multimillonario jefe, Antonio Delacruz, sabía que solo sería esa noche. Después se enteró de que estaba embarazada. Su jefe llevaba una vida de playboy, en la que no había cabida para nadie más.
Antonio, abandonado al nacer, hacía mucho que había decidido que no sería padre, así que la noticia que Hana le dio bajo los cerezos en flor de Tokio le cayó como una bomba. Le pareció imposible.