«En mi opinión, este tipo de literatura —al igual que los bestsellers— ofrece «fotografías de la época» (Sutherland, 2007: 3). Esto es, son documentos representativos en el sentido de que «congelan, vívidamente, su momento histórico» (Sutherland, 3) porque registran y dramatizan la cultura, las preocupaciones, ansiedades, deseos, fantasías, valores, expectativas, identidades de su contexto socio-histórico inmediato, y, por eso mismo, con frecuencia nos parecen demodé a pocos años de su publicación. Aunque las novelas rosas, en su mayoría, no llegan a ser bestsellers mencionados en las listas de los periódicos como el New York Times, son igualmente efímeras, rasgo que no preocupa a las escritoras y lectoras porque la permanencia es un criterio aplicable a la “alta” literatura. Por el contrario, «el último acto de desafío feminista por parte de las escritoras de novela rosa es que les tiene sin cuidado que el establishment literario las respete” (Summers, 2014)…
«Además de analizar los elementos formales constitutivos del género, en este libro quiero demostrar que se trata de un género popular mucho más diverso y complejo de lo que suele suponerse. Aunque no soy fan de las novelas, he leído una buena cantidad de todos los subgéneros para redactar el libro y me ha sorprendido tanto su calidad como su variedad. En su mayoría son muy entretenidas porque la voz narrativa suele ser un tanto irónica, al igual que los personajes, y aunque también hay una gran cantidad de novelas que, francamente, son muy malas, me he guiado por las opiniones de las lectoras que sí son aficionadas y no me he equivocado: son las mejores críticas del género. Por último, quisiera que el libro sea una invitación a la apreciación justa del género que evite el tono de desprecio que acompaña a sus detractores. No se trata de un género ideológicamente conservador, también es innovador, porque si no lo fuera habría desaparecido».