El arte de acompañar

este encuentro lo más importante no son las técnicas, las preguntas, las herramientas, el protocolo, sino la calidad humana del acompañante y la calidez de la relación con el acompañado.

Cuando la persona descubre que su trabajo tiene sentido, su amor tiene sentido, sus dificultades tienen sentido, sus crisis tienen sentido y su vida entera tiene sentido; así su vida cambia radicalmente.

Quien acompaña mira a la persona como persona y no como caso, mira al otro como alguien con quien está viajando y no como un problema.

no se ve y se acepta la realidad de las cosas, no hay modo de empezar un proceso de cambio realista.

Por tanto, se trata de una persona estable emocionalmente, que vive desde un sentido existencial y que es capaz de dejar de ser el centro de atención para atender y comprometerse con la vida de otros.

Para qué acompañamos?

El acompañante tiene la misión de crear el contexto para que:

• El acompañado crezca y madure como persona (tanto él personalmente como su comunidad).

Acompaño, en fin, con la presencia y la palabra, mostrando al otro que su vida tiene valor infinito, que su vida merece la pena y que nada de lo que vive o le ha pasado es inútil.

Quién es la persona

Acompañar no es un proceso mecánico, sino un proceso de encuentro personal.

Se da cuenta de que las personas son más grandes que sus circunstancias o afecciones.

Quien acompaña mira a la persona como persona y no como caso, mira al otro como alguien con quien está viajando y no como un problema.