La lucha de los movimientos sociales inspirados en el proyecto de una «política de la identidad» no alcanzará la radicalidad del pluralismo que pretende afirmar a menos que los grupos insurgentes partan de una conciencia clara de la profundidad de su “diferencia”. Esto implica una crítica a la captura de matrices y formas de ser “otro” por identidades globales pre-formateadas, por el derecho a la existencia de otros modos de ser y entender la justicia, la economía y la relación con la naturaleza.
Este libro tiene dos ejes: uno relativo a la crítica del vacío de los rótulos de identidad y, el otro, inspirado en el proceso boliviano como brújula que marca la dirección de una descomposición de la historia mestiza en historias, en plural, de comunidades constitutivas, cada una resurgiendo a través de un trabajo político de re-urdidura de su trama histórica particular.
El intento de la autora es el de una convocatoria a considerar la densidad de las diferencias culturales emergentes de antagonismos históricos complejos en cada nación y en cada región. O sea, se trata de una crítica a un mapa multicultural chato y esquemático que diseña una diversidad fijada en el tiempo, reificada en sus contenidos y despojada de las dialécticas que le confieren historicidad, movilidad y arraigo local, regional y nacional.