El sentido del estilo

Esto forma parte de un fenómeno más amplio denominado concordancia mental o sinesis (unificación, consciencia, razonamiento), donde el número gramatical de un sintagma nominal puede depender de la concepción que el escritor tenga de él, o de su referente, como singular o plural, más que de si se trata de elementos gramaticales marcados como singular o plural.

En un sentido completamente real, estos neologismos consiguen que pensemos más fácilmente. El filósofo James Flynn, que descubrió que el cociente intelectual fue aumentando tres puntos cada década a lo largo del siglo xx, atribuye parte de ese aumento al constante goteo de ideas técnicas procedentes de la universidad y de la tecnología en el pensamiento cotidiano de la gente común.

Es mejor procurar entender los pocos principios que rigen los tiempos verbales en el discurso que intentar memorizar una lista de reglas y normativas que están hechas a medida para el fenómeno concreto de la secuencia de tiempos verbales.

La coordinación de sintagmas, simplemente, no se ajusta a la lógica de los núcleos de los sintagmas.

Un escritor, después de presentar su tema, ofrecerá una larga serie de conceptos que explicarán, enriquecerán o comentarán ese tema. Estos conceptos se centrarán en una serie de asuntos que aparecerán repetidamente a lo largo de la disertación. Para mantener la coherencia del texto, un escritor debe permitir que el lector pueda seguir el rastro de esos asuntos, refiriéndose a ellos de un modo coherente o explicando su relación

El escritor debería referirse a cada tema de un modo coherente, de un modo que permita al lector saber cuál es cuál.

Un importante principio en el arte de la composición escrita es que la cantidad de palabras que uno dedica a un asunto no debería extralimitarse respecto a la importancia que tenga en el conjunto de la argumentación.

La escritura es con frecuencia más clara y más elegante cuando el escritor sitúa un ‘solo’ o un ‘no’ junto a la cosa que cuantifica.

Las frases negativas son asimilables cuando el lector ya tiene una afirmación en mente o puede crear una de inmediato: todo lo que tiene que hacer es colgar la etiqueta de «falso» en ella. Pero ponerse a imaginar una aseveración en la que uno no cree (como «El bacalao es un mamífero») para después negarlo a continuación, requiere dos episodios de pesado trabajo cognitivo en vez de solo uno.

Toda negación requiere un trabajo mental, y cuando una frase contiene muchas negaciones, el lector puede sentirse abrumado.