La religión y la ciencia han estado en lucha durante siglos, y el objetivo de su lucha ha sido la posesión de la verdad. Los métodos de ambas disciplinas son diferentes y no puede pretenderse, por lo tanto, que lleguen a los mismos resultados ni logren los mismos frutos. Bertrand Russell, familiarizado con estos problemas por las necesidades de su profesión de filósofo y catedrático de Filosifía, ha podido hacer un resumen bastante claro de una cuestión ha que dividido hasta nuestros propios días a teólogos y hombres de ciencia. En este libro de no más de 180 páginas, el británico hace una somera revisión de los orígenes de la disputa epistemológica y tangible entre estas dos ramas que, hasta donde sabemos, han constituido gran parte del mundo conocido. Echando mano a su capacidad de reflexionar estructurada, la cual a ratos parece excepcional, va demarcando en pequeños acápites la relación confluyente entre la astronomía, la medicina, la evolución, la dualidad cuerpo-alma, relacionándolas con las murallas que ha puesto la convicción religiosa generalmente occidental para que tales conceptos se aclaren de manera plena y acorde a la realidad.