¿Gabriela revolucionaria? Así la recordó el artista chileno Roberto Matta: “Ella era de un enorme espíritu revolucionario, en el sentido más humano del término. Ella era una profesora del pueblo y había participado en las brigadas culturales de Vasconcelos, en la revolución mexicana, a principios de los años veinte, cuando todavía se vivía toda la euforia revolucionaria”. Gabriela Mistral nos sigue creciendo en la historia mundial, desde su ‘campesinería’ en el valle de Elqui, su desorbitada pasión de mujer, su compromiso amante con la naturaleza entera. En el mundo tembleque del patriarcado blanco contemporáneo Gabriela se vuelve cada día más cercana, más próxima, más lúcida. Encarna la revolución mestiza de la Tierra. Ella supo enseñar y proclamar el arte de saber vivir juntos, desde la condición multiétnica, en medio de la tierra, con toda la redondez de la tierra, de arriba abajo, de lado a lado, de Punta Arenas a Estocolmo, de Montegrande al Mayab, de Asís a Santa Bárbara y Roslyn Harbor, Estados Unidos. Gabriela exhibe su cálida humanidad terrena. Enseña la condición originaria de la humanidad liberada de la rígida y entumida cultura colonial.