La ola

Si la gente estaba dispuesta a ser liderada, debía asegurarse primero de que entendiesen la necesidad de ser prudentes, de no entregarse a ninguna fe por completo y a ciegas.

Así que está contentísima con el cambio. Pero a mí me huele raro. Un cambio tan drástico. Casi parece que se haya metido en una secta.

—¿De qué hablas?

—Laurie, hay estudios que dicen que el prototipo de persona que cae en esas cosas es alguien infeliz, insatisfecho consigo mismo y con su vida

estoy diciendo que cooperar sea malo —se defendió su madre—, pero la gente también tiene que poder hacer las cosas por sí misma. Si hablas de este país, hablas de gente que no tenía miedo de ir a contracorriente.

—Pertenecer a una comunidad es sentir que formas parte de algo más importante que tú mismo —continuó Ben—. Sois un movimiento, un equipo, una causa. Estáis entregados a algo