La supervisión es, como todo espacio relacional, el encuentro entre aquel o aquellos a quienes se les reconoce un saber y aquellos otros que desean acceder al mismo y exponen sus prácticas para profundizar en su desarrollo. No solo la transmisión de un saber sino también un lugar de creación de saber y conocimiento.
No siempre entendida así, muchas veces —desde una posición de control y de un saber autoritario— la supervisión actúa como control por parte de una institución para garantizar la ortodoxia y minimizar las críticas. En el campo del psicoanálisis la supervisión ha sido, y quizás siga siéndolo, un lugar de control para reunir los méritos de acceso al reconocimiento por parte de una institución. El supervisor como guardián del buen hacer y asegurar un control de lo que se hace; posición de sometimiento muy lejana del proyecto liberador que es el psicoanálisis.
Fernando Vicente nos ofrece un texto que ayuda a la comprensión de una manera de hacer (en) el espacio de supervisión. No es una guía más ni pretende entrar en litigios con otras maneras de entender las prácticas de acompañamiento en las tareas profesionales. Tampoco un intento de presentar el psicoanálisis como la incuestionable vía para la práctica de supervisión. El lector accederá a muchos de los principios del psicoanálisis, sentirá la compasión del autor con los sufrimientos de los profesionales en el desarrollo de sus difíciles tareas y su apuesta concreta por ayudar en el mejor desarrollo de las mismas.
Un texto que estimula la implicación, la reflexión y el cambio, imprescindibles para que el espacio de supervisión se convierta en un instrumento de transformación de las prácticas y de los sujetos que en ellas participan.