Estas tres sillas marcan los puntos de un círculo virtuoso que une la conversación con la capacidad de empatía e introspección. En la soledad, nos encontramos a nosotros mismos y nos preparamos para acudir a la conversación con algo que decir que sea auténtico, nuestro. Cuando confiamos en nosotros mismos, somos capaces de escuchar a los demás y de entender de verdad lo que tienen que decir. Y, además, cuando conversamos con los demás mejoramos nuestra capacidad para dialogar con nosotros mismos.
Por supuesto, este círculo virtuoso es una idealización, pero incluso si tenemos esto en cuenta, funciona.