Hamlet, príncipe de Dinamarca, es tal vez la tragedia de mayor celebridad entre todas las obras de cualquier época. Su protagonista encarna el abismo que, a veces, separa al pensamiento de la acción. Inteligente, imaginativo, vivaz, valiente y noble, Hamlet se tortura en su querella moral. Del monólogo íntimo pasa a paroxismos verbales, enigmáticos profundos y brillantes. El príncipe Hamlet no es solamente «el hombre cuya duda insoluble cierra el paso a la acción». Más hondamente su conflicto radica en creer y no creer, a la vez, en la legitimidad de un hombre para juzgar, sentenciar y hacerse justicia por sus propias manos. La traducción de Juan Cariola L. ha logrado trasladar textual y poéticamente el rico lenguaje de Shakespeare, sus ritmos de aceleraciones y retardos, su fraseo, juegos de palabras y hasta la acentuación misma de los periodos verbales.