Con la misma moneda

—No, no lo es. Ese tipo de amor no existe. Tienes que creerme. En cuanto descubras una mentira, por pequeña que sea, lárgate.

—¿Sin darle una segunda oportunidad?

. La sinceridad es la única moneda del amor que no puede ser devaluada.

Sé amable con él y a ver qué pasa. Mientras el sexo esté bien, quédate; en cuanto deje de estarlo, vete. No te quedes esperando a que las cosas mejoren porque cuando el deseo se va no vuelve nunca.

No quieres dejarme porque te he dado un pasado, pero Tim te va a dar un futuro y los futuros tienden a durar más.

Lo cierto es que no tuvimos más remedio que conocernos. Eva es, mejor dicho, era mi hermana.

Lo cierto es que no tuvimos más remedio que conocernos. Eva es, mejor dicho, era mi hermana.

—¿Avergonzarme? ¿De no estar sola? Eres mía. Eres mía. Eres realmente mía.

Imagina que los hombres tuvieran la regla. Tendríamos un Hiroshima cada mes. Llevaríamos ya seiscientas guerras mundiales. Te aseguro que, si los hombres ovulasen, se abortaría hasta en las paradas de autobús.

Bueno —dijo—, a partir de ahora vas a empezar a tener menos reglas. De hecho, quiero que te declares en huelga. No sabía que las mujeres teníais a vuestra disposición tantos lujos gratis. Ah, bueno que no son gratis, perdona. Que el Tampax también lleva el maldito IVA de los cojones. Me he peleado con el tío de la farmacia.

—Pues, para empezar, pueden inducirte alucinaciones para que te cagues del miedo. Dios de mi vida, de verdad que no me lo creo. Este tío tendría que tener prohibido acercarse a una esponja ni aunque se estuviera ahogando. Es la pornografía personificada. Me entran ganas de volver y practicar una detención ciudadana.