Nuevo amor y otras poesías

Corazón, corazón, preciso es que definas

para tu reflexión un horizonte justo;

y que tu Sol acabe tras aquellas colinas,

y que oprimas tu lloro bajo este árbol adusto.

Corazón, y es preciso que tu lámpara inútil

ceda al reminiscente aroma de la brisa,

Corazón, corazón, preciso es que definas

para tu reflexión un horizonte justo;

y que tu Sol acabe tras aquellas colinas,

la blanca caricia del silencio nocturno.

brotado las lágrimas de oro de la tarde

sobre el pavor exánime de los árboles yertos.

Vibra sobre las cosas un deber de añorar, de

suspirar al pasado y llorar por los muertos.

Vaga el largo lamento del instante perdido

la grata ofrenda de amor a nuestros idos

y el sórdido rencor para el rubio invasor,

traigo mi dolor y te ofrezco mi llanto.

He vuelto. Soy el mismo. La misma sed me aqueja

y embelesa mi oído idéntica canción,

y soy aquel que ama el minuto que deja

un poco más de llanto dentro del corazón.

traigo mi dolor y te ofrezco mi llanto.

He vuelto. Soy el mismo. La misma sed me aqueja

y embelesa mi oído idéntica canción,

apagará mi lámpara… su resplandor amigo

convertirá la noche en ceniza de llama

y se abrirá mi puerta… La tormenta que brama

me arrojará una piedra… Y cuando el Sol despierte

he encendido mi lámpara y he cerrado mi puerta.

esta que tiene ojos de mar,

no sabe amar, no sabe amar.

Esta de cutis depilado

de leche y sangre, o de salmón;

esta de pelo enmarañado

tiene helado,

tiene helado el corazón.

Llamas de amor son sus guedejas…