Peces y espejos, colores esperando en los museos, celos, ombligos en fuga, amores oníricos, un masoquista que llora de oreja a oreja, son algunos de los ejes que conforman este libro desfachatado y tierno. Insólito y frágil. Como un concierto, El perro que comía silencio consta de tres movimientos: Mi primera muerte, La música y el resto y Huesos. Escritos en un tono lúdico e intenso, en estas páginas el lector transitará por una gran variedad de temas donde la música es quizá la única certeza. Sobre El perro que comía silencio se ha dicho: Pocas veces se tiene el privilegio de encontrar un primer libro capaz de transmitirnos tanto asombro literario, tanto placer del lenguaje. Un banquete de talento, humor e ingenio melancólico, Andrés Neuman; Sin dejar de ser originales, en estos cuentos de Isabel Mellado resuena el eco del piano de Felisberto Hernández y el tam-tam de las greguerías de Gómez de la Serna. Una felicidad extravagante. Una partitura canina, Eloy Tizón.
Sobre Isabel Mellado se ha dicho: ¿Por qué no imaginé yo antes estos cuentos?, me pregunto. Cuantísimo me hubiese gustado escribirlos, firmar tanto talento. Te odio, te amo, Isabel Mellado. Te robaría ahora mismo las palabras todas, y también los silencios?, Hipólito G. Navarro; Los cuentos de Isabel Mellado tienen algo que los hace excepcionales: un delicado equilibrio entre la singularidad argumental y brillantes giros de lenguaje. Son cuentos que no están unidos, sino reunidos armónicamente. No invitan solo a la lectura, merecen el misterioso placer de la relectura, Ronaldo Menéndez.