Era una cama deliciosa, hecha con pétalos de rosa. Era la cama más hermosa del mundo. Se la habían quitado a Carole Lombard. Era demasiado blanda para ella. Merecía la pena renunciar al resto de mi vida por un par de minutos tumbado en ella. Hermosa cama blanda, sueño maravilloso, hermosos ojos cerrándose y párpados cayendo y el suave sonido de la respiración y la oscuridad y el descanso hundido en mullidas almohadas...