Lo último que recuerda William Bellman al morir es el día en que, con apenas diez años, mata un grajo con un tirachinas ante la mirada admirativa de su primo Charles y dos amigos de la infancia. A partir de ese momento, como si se tratara del arco dibujado en el cielo por la trayectoria de la piedra que mató al pájaro, el lector sigue la vida de Will, exitosa en lo profesional pero con la omnipresente presencia de la muerte, que se lleva a sus seres más queridos. Diane Setterfield regala a sus lectores, con un estilo digno del mejor Charles Dickens de Cuento de Navidad, una fábula sobre el paso del tiempo y el misterio de la vida. La autora vuelve a situar a sus personajes, como ya hiciera en El cuento número trece, en escenarios fantasmales y ambientes góticos poblados de secretos y presencias intrigantes.