A manera bucólica posmoderna, la Antología poética de Mauricio Molina (1959-2021) surca senderos cotidianos de amor, desamor, brevedad de la vida, despedidas, suspiros y una que otra tarde de vino o café.
En esta Antología se cumple cabalmente aquella premisa de que lo cotidiano se enriquece a través del arte poética. La lírica es candencia de lo simple, artificio de la belleza instantánea y sinsabor ante lo inevitable.
El poeta construye el universo, lo ajusta a la percepción "La vida no es lo que es / es lo que puede ser / es lo que quieres que sea". La poesía es fuego que todo lo transforma: "Soy como el fuego / que arde incansable y apasionado / que transforma todo a su paso".
Molina se fue anticipadamente pero antes dejó todas las preguntas que se se puede hacer un buen escritor. Preguntas que pertenecen a la tradición, a todos y a ninguno. Preocupado por extraer lo mejor de cada cosa, en su obra retomó esas preguntas existenciales de todo el mundo pero muy a su manera, lacónico y sencillo; profundo y en azoro.