Va a llover más que esto

La ética comienza con el silencio.

La vida no debe ser vista como una continuidad orgánica, sino como un collage de emociones contradictorias, que de ningún modo obedecen a la lógica de causa y efecto.

Lo que pasa es que no estoy preparado para afrontar finales, me da mucho miedo la idea de que algo se termine, de que un viaje llegue a su fin.

Supongo que es una provocación
hacia mí. Ya se, forma parte de mi
mambo, de mi locura. A veces me
gusta esa idea de que uno vive muchas
vidas en esta vida. Hoy no, hoy la odio.
¿Qué pensás, las vidas se acumulan como
papeles en un estante?

Y se bajó del auto, y esta vez no la besé, y vi la circularidad de las historias. Cuando estaba entrando a su casa, arranqué el auto, bajé la ventanilla y le grité: ¡Te amo, Abril!

miraba para cualquier lugar y comía rápido, como si estuviera en un trámite, y yo comía lento, como para retrasar el final.

Esa vez sí supimos que era el final. No tuvimos mucho para decir. Ella, de hecho, no dijo nada. Yo sí. Le dije que la había amado y que la iba a extrañar. Fui simple. No dije grandes cosas. Nos abrazamos. Le deseé lo mejor y le dije que tenía un regalo para ambos: una libreta en blanco, una para cada uno, para que empezáramos a escribir una historia nueva. ¿Puedo escribirte acá cuando te extrañe?, me preguntó y yo, aunque internamente le dije que sí, le respondí que no, que tenía que escribir cosas nuevas, historias en las que no estuviera yo.

No vamos a ningún lado, me respondiste.
Podríamos estar siempre así, como la cumbia, pienso:
para adelante y para atrás para adelante y para
atrás.

Siempre tuve plantitas, le dijo Abril, y me gusta cuidarlas y que crezcan, porque uno no sabe bien qué es, pero te dan algo, una especie de amor quizás y vos podés ver la vida de ellas, cómo van creciendo y teniendo hijos y también cómo se van muriendo, algunas por el paso del tiempo y otras porque sí, porque hay algunas que están bien y de un día para el otro se mueren, sin razón, como las personas.

La novela como una enfermedad. La novela como signo que homologa la vida a la escritura y me termina por encerrar en las dos cosas. La novela como excusa. La novela como proyección. La novela como proyecto. La novela como pérdida de tiempo. La novela como música de fondo. La novela como la ilusión de convertirme en escritor. La novela como un mal chiste. La novela de mil principios y ningún final. La novela de un vago. La novela de un judío de clase media. La novela de un eterno aspirante a la adultez. La novela del dolor de muela. La novela de los viajes inconclusos. La novela de los accidentes. La novela de la lluvia. La novela de dos que estaban perdidos. La novela de dos que se encuentran. La novela como una planta de departamento. La novela como una estrella de David. La novela como un taller literario. La novela como una terapia. La novela no editada. La novela premiada. La novela con dos títulos. La novela como planta del estado. La novela como un cronómetro. La novela como apoyavasos. La novela como un reloj. La novela como una sala de terapia intensiva. La novela como un lavavajillas. La novela como una crema humectante. La novela como finasteride.