¿Un libro más sobre el Apocalipsis? ¡NO! Un libro distinto, como no podía ser de otra manera dada la personalidad y talla intelectual de su autor. La apocalíptica parece ejercer funciones de imán en la creatividad de muchos escritores cristianos. Las librerías están abarrotadas de libros que tratan de comprender y explicar las complejidades teológicas, literarias y exegéticas de las visiones de Juan. Por desgracia, muchos de ellos con un enfoque dogmático e irrelevante, cuando no errado o incluso herético. Y casi todos con muy poca calidad teológica, menos virtud literaria y escaso valor homilético y pastoral. Por tal motivo, cuando un escritor del calibre de Samuel Pagan decide tomar la pluma y escribir sobre el Apocalipsis, hay motivos sobrados para congratularnos, pues sabemos que su aportación será magistral, su enfoque diferente e innovador, y el lector no saldrá defraudado. En lugar de ahondar en el manido y trillado tema favorito de los agoreros de la catástrofe, que tanto se regocijan en describir plagas y calamidades futuras, identificar símbolos y descifrar códigos, Samuel Pagan, toma otro rumbo: el de la esperanza, como mensaje fundamental. Afirma que Juan escribió las revelaciones para edificar y consolar, no para amedrentar, confundir o atribular a los cristianos. Hace una contextualización de la revelación apocalíptica, de crisis vivida por la naciente iglesia cristiana a quién iba dirigida, a la crisis que azota nuestro mundo actual, aportando respuestas a las necesidades de los creyentes en medio de las realidades sociales, económicas, políticas y espirituales de nuestra sociedad. Cabe decir que este libro aporta una nueva visión de la visión; presenta el Apocalipsis como una epístola de consolación y afirmación en los momentos de dificultad, la clave para trocar la imperante sociología de la desesperanza en teología de la esperanza.