El estudiante Luis Bravo, testigo de una extraña agonía en una pensión; el padre de un chaval que como no va a salir de Madrid el pobre, qué más le da saber dónde está… la China, por ejemplo; o Marbec, que se había casado con una muchacha rubia que vendía botones, medias y otras cosas para mujeres en una tiendecilla llamada «El ramo de lilas», –una astucia del diablo para hacer pecar a los marineros al recordarles que había mujeres que vestían aquellas prendas–, son algunos de los protagonistas de los cuentos de Juan Eduardo Zúñiga reunidos en este volumen. Los fuegos de San Ginés y la bella mujer del chalán, a la que así llamaban porque no tenía otro nombre; el campanero de San Sebastián aislado de la vida y del mundo en lo alto, junto a las campanas; la historia desgraciada de Cortado y Pascuala; o la de Manuel Guzmán, que lo abandonará todo para seguir a una hermosa gitana, forman parte de los relatos de Brillan monedas oxidadas, un libro en el que Zúñiga deja patente de nuevo su maestría narrativa. Y, entre esos cuentos, también la angustiada espera en Madrid de un tío a su sobrino de Praga, que le ha prometido visitarle y que no es otro que Franz Kafka, o la tierna historia del poeta portugués Mário de Sá-Carneiro, que murió joven en París.