En los tiempos en que un padre de familia puede enterarse del embarazo de su hija de diecisiete años a través de internet, en la
comisaría del distrito Ronda 1 los ordenadores obsoletos mueren
en decadencia. La ciudad entera se degenera a pasos de gigante.
Los gloriosos éxitos deportivos se trasladaron hace tiempo, el esqueleto
de su cancha abandonada es testigo de los yonquis que viven más allá del deseo. La biblioteca, albergue de día de los sin techo, las plazas, epicentro de campamentos ilegales de desheredados.
El aeropuerto y los accesos del tren de alta velocidad,
propiedad privada de los nuevos ricos del Este, que han construido
una ciudad paralela de casinos y complejos hoteleros donde la ley se flexibilizó hasta la sinrazón. En medio de este panorama de austeridades selectivas, el inspector Félix Perea debe investigar el fallecimiento del coordinador regional de empleo, cargo vinculado
a un pasado político llamativo. La comprometida situación en la que encuentran el cadáver, no es más que el comienzo de una
investigación que poco a poco irá contaminando cada uno de los
pasos como un foco cancerígeno que no puede evitar contagiar
otros órganos. Como una auténtica metástasis.