A finales de los años cincuenta del siglo pasado, Claude Lévi-Strauss organizó de modo creativo una serie de ensayos para dar a luz un volumen que resultaría un clásico: Antropología estructural. Esa mezcla de trabajos etnográficos y reflexiones teóricas fue tan afortunada que pocos años después publicó un segundo tomo con el mismo título —traído al español por Siglo XXI Editores en 1979—. Lejos de producir antologías caprichosas, esa fórmula de organización textual expresaba una concepción original del quehacer antropológico, gracias a la cual la mirada teórica de altura y los avances sobre el terreno conviven en una auténtica simbiosis.
Tiempo atrás, con poco más de 30 años, Lévi-Strauss se había refugiado en Estados Unidos para eludir la amenaza del nazismo; esa cruda experiencia lo llevó a reflexionar sobre algunas catástrofes históricas irremediables, como el exterminio de los indios de Norteamérica o el genocidio de los judíos europeos.
Entre 1941 y 1947 escribió los textos reunidos en este volumen, verdadero germen del estructuralismo y antecedente —podríamos decir «prehistórico»— de sus antropologías estructurales. Los 17 capítulos de este libro son testimonio de una época en la vida del autor y de un momento intelectual singular, en el que este notable académico francés estaba asimilando la forma de proceder de sus colegas estadounidenses. Hay aquí piezas sobre métodos —destaca uno acerca de los aportes de la sociología francesa, en particular la obra de Mauss y Durkheim—, sobre museos, sobre pequeños grupos étnicos de Brasil y sobre la búsqueda de la felicidad en Estados Unidos. Esta miscelánea rescata artículos poco conocidos, la mayoría escritos originalmente en inglés, que dan cuenta del proceso de maduración del pensamiento de Lévi-Strauss.