Acata, permanece. ¿Te desnudas? ¿Puedo tocar tu aparición, tu actitud, multitud, tu eternamente malentendida soledad —¿puedes instalarte en el papel de adulto, de esposo, de madre?— escucha: savia dentro del cornejo —no como la sangre, cruda, inundación,
laxitud— quiero que salgas sin pegar —vestido sólo con sangre en ella— chorreando—
apareciendo y siempre volviendo a aparecer,
desde luego con todo y camuflaje —da igual con qué te identifiques— ataviado en tu superficie con las razones más recientes— ¿puedo tocar? — tu fantasma tu lugar— soporte, sin aparecer, siempre en el cuello de la matriz, por descubrir— tu reclamo personal al futuro, el residuo de todas tus opciones hasta ahora, también las compras, las facturas, costuras