Desaparecieron el cuerpo. Lo que escribimos. Los pasos, los cumpleaños, cada entonada con la que mamá te arrulló antes de dormir.
Desaparecidos los gestos. Una caminata larga: buscar el interruptor en la oscuridad. Exorcizar el pensamiento repetido. Pensar que sí, que te íbamos a encontrar. Pensar en colectivo. Yo y muchos que también buscarían. Encontrar, aunque sea un hueso, tela de ropa, un diente, algún zapato en la carretera. Venderlo todo, si era necesario.