Aquella noche, aquella seguridad, le parecen ahora muy lejanas, como algo que el paso de los años ha vuelto pequeño. Sensaciones de antes de tener a sus hijos, antes de casarse, cuando todavía era una niña. Lo entiende. La única posibilidad es seguir adelante. Aun así, parte de ella anhela retroceder por un instante, no para cambiar nada, ni siquiera para hablar con Lydia, ni para decirle nada. Solo para abrir la puerta y ver allí a su hija, dormida, una vez más, y saber que todo está bien.