Tusitala de óbitos, Lola Ancira

Ten presente que mis palabras conocen perfectamente los mejores escondites, incluso dentro de tu alma y tu memoria.

Y si al pasar de los años te sorprendes un día cualquiera al pensar en mí y no recordar el sonido de mi voz, será porque entonces ha desaparecido mi esencia por completo.

cuando al final sea redimida de lo físico, sabes que siempre podrás encontrarme al evocar mi recuerdo en tu existencia.

«Mi amor por ti no se consumió con mi cuerpo.»

única finalidad de los especímenes lingüísticos de mi esencia en tu vida será censurar al olvido, anular el paso del tiempo en tu memoria y suprimir la degradación de tus sentimientos por mí.

Cuando las escuches, respóndeles, habla con ellas como en las noches donde la oscuridad llenaba nuestra habitación y no conversábamos hacia un cuerpo o una cara con ojos y labios, sino hacia una mente.

Bajo la premisa de mi próxima partida física, mi voz ha decidido llevar a cabo el siguiente plan creado por mi ominosa mente. En primer lugar, dejaré diminutos huevos de palabras en un nido debajo de tu cama, para que, cuando despiertes y yo ya no esté aquí, nazcan y trepen por las paredes

En casos ficticios más conocidos y actuales, Superman no se puso las bragas por fuera accidentalmente, sino porque es un ser fetichista y exhibicionista; la razón de que Batman no mate a sus víctimas es porque, en realidad, disfruta de la asfixiofilia; el Joker debería llamarse s&m Joker y la novia de Bestia padece de hirsutofilia.

inmortalidad, por otro lado, dio paso a la necrofilia, pues vivir por tiempo indeterminado, inevitablemente, conlleva el sufrimiento por la pérdida de los seres amados. Esta práctica comenzó a llevarse a cabo en aquellos amantes fieles e incondicionales que mantenían esa postura afectuosa aún después de la muerte de sus parejas, pues no podían concebir el hecho de realizar tan íntimo acto con alguna otra persona, sólo por la razón de que su consorte había perdido —y no se veía próximo(a) a encontrar— la vida.

Podríamos, por otra parte, ser la conjunción de sueños que están siendo soñados por seres diversos en diferentes lugares del mundo. Somos el sueño de otro, ¿por qué no? O una mentira.

Salvador Elizondo