En Mónica Gontovnik hay una confrontación entre quietud y avidez, entre contemplación y vacío. Caracol a la orilla del mar. Camaleon entre las venas, su cuerpo en campo de tensiones, de conflictos ásperos y permanentes. No puede eludirse a sí misma y el cerebro martilla incómodos pensamientos. Solo la fluidez de la escritura alivia, en algo, esos nudos.