Einstein acaba de terminar una clase en la Universidad de Praga (sí, allí enseñó durante un tiempo) y se dispone a salir.
-¡Señor profesor, llévese el paraguas, está lloviendo!
Einstein contempla pensativamente su paraguas en un rincón de la sala y contesta al estudiante:
-Sepa usted, amigo mío, que olvido muchas veces mi paraguas, por eso tengo dos. Uno en casa y el otro en la universidad. Sí, por supuesto, podría llevármelo ahora, ya que, como usted dice muy acertadamente, llueve. Pero en tal caso acabaría por tener en casa dos paraguas y ninguno aquí. -Con estas palabras, sale bajo la lluvia.