do a lo largo de los años es simplemente encontrar un punto de partida, y una vez tienes tu punto de partida el trabajo parece salir solo”, concluye.
Leonardo da Vinci hacía listas de cosas “por aprender”. Se levantaba por la mañana y escribía todo aquello que quería aprender ese día.
Cuando hay algo que quiero hacer en el futuro para lo cual no tengo tiempo en ese momento, lo añado a eso que el experto en productividad David Allen llama una lista de “A lo mejor/Algún día”. El escritor Steve Johnson realiza esto en un solo documento que llama la “carpeta de ráfagas”: cada vez que tiene una idea, la añade a su lista, y entonces recurre a la lista cada dos meses.
Algunas veces es importante hacer una lista para todo aquello que no harás. La banda de punk Wire nunca se ponía de acuerdo en qué cosas gustaban a todos sus miembros, pero, al menos, estaban de acuerdo en lo que no les gustaba. Así que en 1977 se sentaron e hicieron una lista de reglas: “No habrá solos; ni adornos; cuando nos quedemos sin palabras, paramos; no nos pasemos con los estribillos; no hay que pasarse de rockeros; ceñirse al programa; nada de americanadas”. Esa lista definió su sonido.
Cuando necesito tomar una decisión, siempre hago una lista de pros y contras. En 1772, Benjamin Franklin le dijo a su amigo Joseph Priestley: “Divide media hoja de papel en dos columnas. En una de ellas escribe los pros y en la otra los contras”. Cuando Charles Darwin dudaba entre casarse o no, hizo su lista de pros y contras.
Cuando me siento estancado por las mañanas y no sé qué escribir en mi diario, modifico mi lista de pros y contras. Dibujo una línea que separa la hoja en dos mitades y en una escribo aquellas cosas de las que estoy agradecido, y en la otra escribo las que necesito. Es algo así como una oración en papel.