La voz de Charlène es la protagonista absoluta de esta novela inteligente, tragicómica e inolvidable. Una voz omnipresente y carismática que nos atrapa y nos arrastra desde la primera página a través de las constantes llamadas y los continuos mensajes en el contestador con los que esta madre obsequia diariamente a su hija.
De este modo, llamada a llamada, se va dibujando la personalidad arrolladora de una mujer tan maravillosamente corriente como poco convencional, así como la particular relación que mantiene con su hija. Pero pronto, más allá de esa cotidianidad llena de entrañables exabruptos, manías y recriminaciones, se atisba el punzante sentimiento de soledad de una madre que sin embargo se niega a abdicar y ceder terreno a la vejez. Cuando a Charlène le diagnostican cáncer y depresión, a los episodios surrealistas y caóticos tan habituales en ella se suman momentos más confesionales, llenos de ternura e intimidad. La verdadera originalidad de Llamadas de mamá reside en su capacidad de explorar con hondura y sabiduría territorios en ocasiones dolorosos, manteniendo el sentido del humor de principio a fin y sonando en todo momento profundamente vitalista.