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La Cartuja de Parma

  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    «Solo con conseguir verla, ya soy feliz… No –se dijo–, también tiene ella que ver que la veo.»
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    han acabado esos tiempos –le dijo–; soy una mujer de treinta y siete años, estoy en los umbrales de la vejez; ya noto todos sus desalientos y quizá estoy a las puertas del sepulcro. Es ese un momento terrible, por lo que dicen, y sin embargo me parece que lo ansío. Noto el peor síntoma de la vejez: esta espantosa desdicha me ha asfixiado el corazón, ya no soy capaz de amar. No veo ya en usted, querido conde, sino la sombra de alguien a quien quise. Diré más: es únicamente el agradecimiento el que me mueve a hablarle como lo hago.

    –¿Qué va a ser de mí? –le repetía el conde–. ¡De mí que siento que le sigo apegado con más pasión que en los primeros días, cuando la veía en La Scala!

    –¿Puedo confesarle algo, mi querido amigo? Hablar de amor me aburre y me parece indecente. Vamos –dijo la duquesa intentando sonreír, aunque en vano–, ¡valor! Sea un hombre inteligente, un hombre sensato, un hombre con recursos ante los acontecimientos. Sea conmigo lo que es de verdad a los ojos de los indiferentes, el hombre más hábil y el político de más envergadura que haya nacido en Italia desde hace siglos.

    El conde se puso de pie y anduvo paseando en silencio por unos momentos.

    –Imposible, querida amiga –le dijo por fin–; ¡soy presa de los desgarros de la pasión más violenta y usted me pide que interrogue a mi razón! ¡La razón no existe ya para mí!

    –No hablemos de pasión, se lo ruego –dijo ella, muy seca.
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    Pues bien, ¡el crimen de Fabrice es ajeno a la política, es un asesinato de poca monta como se cometen cien al año en sus felices Estados! Y el conde me juró que se habían recabado las informaciones más precisas y que Fabrice es inocente. El tal Giletti no dejaba de ser valiente: al verse a dos pasos de la frontera, le entró de repente la tentación de deshacerse de un rival que no desagradaba.»
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    Alejándose al paso de los caballos, que habían emprendido el galope nada más cruzar el puente levadizo, Clélia se decía: «¡He debido de parecerle muy ridícula!». Luego añadió, de pronto: «No solamente ridícula; le habrá parecido ver en mí a un alma baja, habrá pensado que no contestaba a su saludo porque está preso y yo soy la hija del alcaide».

    Esta idea fue motivo de desesperación para aquella joven que era de alma elevada. «Lo que convierte mi comportamiento en algo completamente envilecedor –añadió– es que tiempo atrás, cuando nos encontramos por primera vez, y también en compañía de unos gendarmes, como él dice, la prisionera era yo y él era quien me hacía un favor y me sacaba de un gran apuro. Sí, hay que reconocerlo, mi comportamiento no tiene por dónde cogerlo, es a la vez grosero e ingrato. ¡Ay, pobre muchacho! Ahora que es desdichado todo el mundo será ingrato con él. Bien me dijo él entonces: “¿Recordará en Parma cómo me llamo?”. ¡Cuánto me desprecia ahora! ¡Era tan fácil decir algo cortés! Hay que reconocer, desde luego, que me he comportado atrozmente con él. Aquella vez, sin el generoso ofrecimiento del coche de su madre, habría tenido que caminar tras los gendarmes a pie, entre el polvo, o, lo que habría sido aún peor, ir a la grupa de uno de esos individuos; ¡el detenido era entonces mi padre y yo estaba indefensa! Sí, no hay por dónde coger mi conducta. Y ¡con cuánta crudeza ha debido de notarlo una persona como él! ¡Qué contraste entre su fisonomía tan noble y mi conducta! ¡Qué nobleza! ¡Qué serenidad! ¡Si parecía un héroe rodeado de sus infames enemigos! Ahora entiendo la pasión de la duquesa: si él se porta así en un acontecimiento adverso y que puede tener terribles consecuencias, ¡cómo será cuando su ánimo se sienta dichoso!»

    Jaja, qué linda la Clelia.

  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    El acento admirable y, sobre todo, sincero con que se pronunciaron estas palabras sobresaltó al príncipe; temió por un instante que quedase su dignidad comprometida por una acusación aún más directa, pero, en conjunto, la sensación no tardó en resultarle placentera: admiraba a la duquesa; su persona toda adquirió en ese momento una belleza sublime. «¡Santo cielo, qué hermosa es! –se dijo–; algo hay que tolerarle a una mujer única y tal que quizá no haya otra en toda Italia… He de decir que con un poco de buen gobierno a lo mejor no resultaba imposible que llegase a ser algún día mi amante. Hay una gran distancia entre una persona así y esa muñeca que está hecha la marquesa Balbi, quien, además, le roba todos los años al menos trescientos mil francos a mis pobres súbditos…
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    ¿Quiero perder a la única amiga que tengo en el mundo? Basta con decir una mentira, basta con decirle a una mujer encantadora y quizá única en el mundo, por la que siento el más apasionado afecto, te quiero, yo que no sé qué es querer con amor. Se pasaría el día reprochándome como un crimen la ausencia de esos arrebatos de los que nada sé. Y Marietta, en cambio, que no me lee el corazón y toma una caricia por un arrebato del alma, cree que estoy locamente enamorado de ella y se considera la más feliz de las mujeres.
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    La duquesa no le decía ni palabra a Fabrice de la opinión que tenían en Parma de su caso; quería ante todo consolarlo y, en cualquier caso, la muerte de una persona ridícula como Giletti no le parecía tal que se le pudiese reprochar a un Del Dongo. «¡Cuántos Giletti no habrán mandado al otro mundo nuestros antepasados sin que a nadie se le pasara por la cabeza reprochárselo», le decía al conde.
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    El funcionario se puso de pie, bostezando, y le dijo a Fabrice:

    –Espere, caballero. –Luego, dejándose llevar por un hábito policial, añadió–: Se presenta una dificultad.

    Fabrice se dijo para sus adentros: «Lo que se va a presentar es mi huida».

    Hábil eres xd.

  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    En todas las épocas los villanos Sancho Panza prevalecen a la larga sobre los sublimes Quijotes.
  • Luis Torreshas quoted3 years ago
    No siento placer alguno en el odio; creo incluso que me proporcionaría una felicidad muy triste humillar a mis enemigos, si los tuviera; pero no tengo enemigos… ¡Alto ahí! –se dijo de repente–, tengo a Giletti de enemigo… Qué cosa más singular –se dijo–; el gusto que me daría ver a ese hombre feo irse a todos los demonios me dura más que la afición, muy leve, que le tenía a esa chiquilla, a Marietta… Nada que ver con la duquesa de A. a quien me veía en la obligación de querer en Nápoles porque le había dicho que estaba enamorado de ella. ¡Por Dios bendito! Cuántas veces me aburrí en las largas citas que me concedía aquella hermosa duquesa; nunca me sucedió nada semejante en la habitación destartalada y que hacía las veces de cocina donde me recibió Marietta dos veces y dos minutos en cada ocasión.
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