Cuando se concluye la lectura de este libro espléndido, Mirar el alma de los niños de Bert Hellinger, se reconfirma la enorme capacidad que tiene el Maestro para navegar por las profundidades de lo humano. A través de sus palabras, abre las puertas hacia percepciones distintas, más amplias, hacia esto que él mismo denomina, Movimientos del Espíritu y la energía de lo Mayor cuando se pone en marcha.
Bert Hellinger nos explica que “si una criatura que tiene un destino difícil, no solo mira a los padres sino también a las muchas generaciones detrás de ellos hasta el origen mismo de la vida; si de allí toma la existencia así como a través de todas las generaciones ha llegado a ella, entonces se amplía su corazón”. Acto seguido, el Maestro nos enseña diciendo: “Sabemos y sentimos que más allá de nuestros padres estamos ligados a algo más grande y de eso Mayor tenemos también una fuerza especial”.
Estas primeras palabras que nos ofrece Bert Hellinger son una invitación a reconsiderar el papel que tenemos en el desarrollo psicológico, afectivo y social, de los seres humanos en los primeros años de vida. Como docentes, solemos estar ocupados en infinidad de tareas que nos distraen quizá de la labor primaria de formar a los niños y a los jóvenes. De ahí que este libro es tan importante para reconocer lo indispensable que resulta Mirar el alma de los niños.
Entre lo que Bert Hellinger nos muestra para desarrollar esta capacidad (se diría que una competencia vital en la formación del docente) se encuentran asuntos indiscutiblemente relevantes como aprender a ayudar con el orden necesario. Es decir, comprender para quién es el amor de los muchachos cuando se expresa a través de la rebeldía, la agresión e incluso los pensamientos suicidas tan presentes en la adolescencia.
Bert nos dice: “Sea lo que fuere lo que hacen, si se quieren suicidar o escapar o si son agresivos, todo lo hacen por amor. La cuestión solo es: ¿Para quién es ese amor? Tenemos que descubrir hacia dónde se dirige su amor o tal vez con quién se encuentran enfadados, porque lo aman”. Más adelante, el Maestro nos recuerda: “Si sabemos eso, hay nuevas perspectivas y probabilidades. Entonces una criatura tal, se siente comprendida y de a poco puede reunir fuerzas para algo más grande. Por eso es tan valioso lo que sale a la luz a través de Constelaciones Familiares; las tantas implicaciones de muchas generaciones atrás.
Con este libro, Mirar el alma de los niños, título que sin duda es un acierto, Bert Hellinger enriquece el encuadre profundo de la Pedagogía Sistémica Cudec®, modelo educativo desarrollado desde el 2002 en el Grupo Cudec® y que parte precisamente del enfoque sistémico de quien es figura fundamental en las Humanidades del siglo XXI.
Ponemos en sus manos un tesoro de conocimiento y aprendizaje que esta vez toca el alma de los maestros para que juntos aprendamos a mirar con amplitud el alma de nuestros estudiantes. Gracias a Bert y Sophie Hellinger por su amoroso interés en que este saber llegue a sus seguidores de habla hispana. Ahora es posible extender su alcance más allá de las fronteras del papel, haciéndolo accesible para todos a través de la herramienta del libro digital.