Esta novela, histórica y marinera, recrea el fantástico y sórdido mundo del siglo XVII, de las cabañas a los palacios y desde el Almirantazgo británico hasta el más triste fango donde se construían los barcos. Realidades de madera tallada en las que, junto con maravillas de sensibilidad como la pintura holandesa o las obras de Velázquez, se producían terribles contiendas y se perpetraban crímenes horrendos. Crímenes que son vistos en la novela desde una nueva perspectiva, es decir, la del lugar del que procedían los piratas, su propio país, a ojos de un extranjero.
El protagonista de Siete Robles, un desertor exilado acogido a una nueva identidad, presta ojos al lector para recrear toda una vida embruteciéndose y haciendo la vista gorda ante lo que sucede a su alrededor. La realidad es tan peculiar que diseña todo un ambiente en el que sumergirse como en una fantasía, rigurosamente histórica. En ella el personaje protagonista va narrando grandes sucesos de los que fue testigo, como el incendio de Londres de 1666, la batalla de los Cuatro Días o el asalto holandés penetrando por el estuario del Támesis hasta el corazón de la Inglaterra de Carlos II Estuardo.
Ineludiblemente, este narrador tendrá que sufrir en propia piel la depravación de toda una sociedad creando y amparando piratas, incurriendo en el soborno y la traición; pero, al fin, llegará el castigo y el arrepentimiento como motor de su propósito de regeneración para la conciencia salvando del patíbulo a su mejor amigo. Será entonces cuando descubramos su verdadera identidad.
Se trata, pues, de una novela histórica de aventuras, con la que, aparte del entretenimiento, se pretende trasladar al lector al complejo y desconocido mundo naval, europeo y caribeño, del siglo XVII.