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Alessandro Baricco

Mr Gwyn

  • Vilma Rodriguezhas quotedlast year
    Como suele suceder, tardaron un tiempo en acordarse de que, cuando alguien muere, a los demás les corresponde vivir también por ellos –y no hay nada más que resulte adecuado.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezhas quoted3 months ago
    –Jasper Gwyn decía que todos somos una página de un libro, pero de un libro que nadie ha escrito nunca y que en vano buscamos en las estanterías de nuestra mente.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezhas quoted3 months ago
    Como suele suceder, tardaron un tiempo en acordarse de que, cuando alguien muere, a los demás les corresponde vivir también por ellos –y no hay nada más que resulte adecuado.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezhas quoted3 months ago
    –Morir es tan sólo una forma particularmente exacta de envejecer.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezhas quoted3 months ago
    –A quien afina pianos no le gusta desafinarlos, explicó Jasper Gwyn.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezhas quoted3 months ago
    Los dos últimos versos decían: si tengo que olvidarte, me acordaré de hacerlo, mas no me pidas luego que olvide que me acordé.
  • salvador emmanuel cabrera rodriguezhas quoted3 months ago
    lo único que los hace sentirse vivos es algo que sin embargo, lentamente, está destinado a matarlos.
  • Mariana Aguilarhas quotedlast year
    cuatro pobres diablos no iban a ser suficientes para que cesaran sus ganas de estudiar y de escribir.
  • Vilma Rodriguezhas quotedlast year
    Lo último que oyó fue la voz de la señora del fular impermeable. Menuda forma de trabajar, decía
  • Vilma Rodriguezhas quotedlast year
    la señora del fular impermeable, que pedía explicaciones, Jasper Gwyn llegó a explicarle que había algo hipnótico en todo aquello, afín a los efectos de una droga. Yo no exageraría tanto, dijo la anciana. Y le recordó que, en el fondo, se trataba de un trabajo, su trabajo como copista. Mejor piense usted en hacer algo que sea bueno, añadió, si no, me voy derechita a buscar a mis estudiantes.
    –¿Cuántos días faltan?, preguntó Jasper Gwyn.
    –Unos veinte, me parece.
    –Tengo tiempo.
    –¿Ha escrito algo ya?
    –Apuntes. Nada que tenga sentido leer.
    –Si yo fuera usted no estaría tan tranquila.
    –No estoy tranquilo. Sólo he dicho que tengo tiempo. Pensaba ponerme histérico dentro de unos días.
    –Vosotros los jóvenes: siempre posponiendo las cosas
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