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Hebe Uhart

Del cielo a casa

  • Ivana Melgozahas quoted10 hours ago
    Y ante ese poeta que no pretendía nada –salvo mirar el color del cielo y del suelo, como debe ser–, le agarró una especie de felicidad que hizo explícita
  • Ivana Melgozahas quoted12 days ago
    Últimamente tenía muy liviano el sueño; ella miraba su noble cara caballuna y decía en voz baja: “¡Qué lindo es!”. Pero a veces, llevada por la pasión y porque estaba aburrida de estar despierta y sola, lo despertaba diciéndole:

    –Arturo, ¡qué lindo sos!
  • Ivana Melgozahas quoted12 days ago
    Ella se enamoró de él por su noble presencia caballuna y por la sonoridad de su voz; se enamoraron tomando vino, y para seguir enamorados para siempre, siguieron tomando vino toda la vida.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    Y ella me contó su historia: sí, se habían conocido de chicos y él entonces tenía el pelo casi blanco. “Qué cosa, ¿no?” Sí, los dos tenían tres hermanos. Estaba tan incorporado a su vida como su mamá, como los caballos de polo, como el patrón que parece que el año que viene los mandaba a España. No necesitaban sentarse juntos. Ella posiblemente engordara un poquito con el tiempo; lo tomaría como algo de la naturaleza o del destino. Sí, él era muy lindo y se iba a poner en su punto cuando fuera un poco más grande. Sí, las mujeres lo irían a buscar, pero ella pensaría que era una locura pasajera, como el embobamiento por la televisión, o tal vez se debería a que era irlandés de Irlanda o a cualquier cosa. Pero no se iba a separar de ella; juntos iban a cepillar caballos de polo por siempre jamás en Europa, en Australia o en el África.

    No nos dimos las direcciones. Ni falta que hacía.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    Después el avión empezó a subir y yo lo apisono siempre con mis pies para que sortee ese momento crucial, donde ya sube sin retorno, para que suba como debe ser.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    Me reconcilié para siempre con los aeropuertos pensando que, después de todo, son un lugar humano. Sí, me sentía comedida y llena de vida cuando hacíamos la enorme cola para entrar en el avión, como si en vez de volver, comenzara mi viaje.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    Más aún: podría hacer todas esas combinaciones de trenes para aparecer en lugares desconocidos, sin saber ni que me importe adónde llegue. Y también esa inercia que me agarra a veces, que cuando salgo quiero seguir adelante y no volver a casa. Y casa es cualquier parte del mundo donde uno se echa a dormir.

    En el aeropuerto la mente descansa de todas esas explicaciones y rectificaciones de frases históricas, por ejemplo, eso de que no es cierto que todos los caminos conducen a Roma porque en realidad parten de Roma. ¿Cuál es la diferencia? Si los caminos están hechos para ir y volver. O esa otra de que no es cierto eso de “Ver Nápoles y después morir”, que se trata de Mori, una localidad. Pero en realidad, Mori ¿dónde está? Nadie, absolutamente nadie va a Mori. En el aeropuerto, nadie tiene ganas de dar explicaciones históricas o sociales: no es un lugar para hablar de temas importantes (salvo que uno sea un espía). Y todos los viajeros quieren las mismas cosas, chequear el boleto, ir al baño, tomarse un café en la tierra, mirar vidrieras, comprando algo con aire dudoso como para hacer algo, y si uno llama a alguien por teléfono, tiene la sensación de que habla desde Marte. Ese lugar acolchado que borra todos los pensamientos y los recuerdos me hizo bien, como si en realidad no hubiera viajado.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    Pero después viene otra idea; uno se despide de la plaza pensando que no volverá nunca más; entonces hay que ver muchas cosas que faltan, como un condenado a muerte que come y bebe todo por última vez. Por eso se quieren ver cosas nuevas, pero a los dos o tres días, uno se funcionaliza y dice: “Detrás del Coliseo” o “Al lado de las termas vespasianas”, como algo ya asimilado y dejado de lado. Pero uno no viaja para estar como Pedro por su casa, que para eso se queda en su barrio.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    Sí, todo eso me gustó mucho, pero no sé distinguir un cuadro original de una reproducción: lo podría haber mirado en mi casa, todo el tiempo que quisiera.
  • Ivana Melgozahas quoted15 days ago
    En realidad, uno viaja para ver si son verdaderos el Coliseo, el Vesubio y el Papa en su balcón. Una vez superada la pequeña y pajuerana emoción “¡Pensar que yo estoy acá!”, se observan algunas cosas: por ejemplo, que el Papa parece más joven desde su balcón; la televisión vuelve más viejos a todos. Viéndolo personalmente, se percibe que su bendición forma parte de una rutina matinal: hay movimiento de gente detrás de los otros balcones. El Coliseo está cerca de una estación de subte llamada Colosseo. Y es un coloso tan grande, tan pétreo y tiene tanta historia que me apabulla. Como no puedo saber toda su historia, lo que pasó en dos mil años a su alrededor, la poca historia que sé me la olvido y me dedico a mirar detalles absurdos, por ejemplo, a dos malandras disfrazados de legionarios o tribunos, que cobran para que los turistas se fotografíen con ellos
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