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Hebe Uhart

Del cielo a casa

  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    Y ella me contó su historia: sí, se habían conocido de chicos y él entonces tenía el pelo casi blanco. “Qué cosa, ¿no?” Sí, los dos tenían tres hermanos. Estaba tan incorporado a su vida como su mamá, como los caballos de polo, como el patrón que parece que el año que viene los mandaba a España. No necesitaban sentarse juntos. Ella posiblemente engordara un poquito con el tiempo; lo tomaría como algo de la naturaleza o del destino. Sí, él era muy lindo y se iba a poner en su punto cuando fuera un poco más grande. Sí, las mujeres lo irían a buscar, pero ella pensaría que era una locura pasajera, como el embobamiento por la televisión, o tal vez se debería a que era irlandés de Irlanda o a cualquier cosa. Pero no se iba a separar de ella; juntos iban a cepillar caballos de polo por siempre jamás en Europa, en Australia o en el África.

    No nos dimos las direcciones. Ni falta que hacía.
  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    Después el avión empezó a subir y yo lo apisono siempre con mis pies para que sortee ese momento crucial, donde ya sube sin retorno, para que suba como debe ser.
  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    Me reconcilié para siempre con los aeropuertos pensando que, después de todo, son un lugar humano. Sí, me sentía comedida y llena de vida cuando hacíamos la enorme cola para entrar en el avión, como si en vez de volver, comenzara mi viaje.
  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    Más aún: podría hacer todas esas combinaciones de trenes para aparecer en lugares desconocidos, sin saber ni que me importe adónde llegue. Y también esa inercia que me agarra a veces, que cuando salgo quiero seguir adelante y no volver a casa. Y casa es cualquier parte del mundo donde uno se echa a dormir.

    En el aeropuerto la mente descansa de todas esas explicaciones y rectificaciones de frases históricas, por ejemplo, eso de que no es cierto que todos los caminos conducen a Roma porque en realidad parten de Roma. ¿Cuál es la diferencia? Si los caminos están hechos para ir y volver. O esa otra de que no es cierto eso de “Ver Nápoles y después morir”, que se trata de Mori, una localidad. Pero en realidad, Mori ¿dónde está? Nadie, absolutamente nadie va a Mori. En el aeropuerto, nadie tiene ganas de dar explicaciones históricas o sociales: no es un lugar para hablar de temas importantes (salvo que uno sea un espía). Y todos los viajeros quieren las mismas cosas, chequear el boleto, ir al baño, tomarse un café en la tierra, mirar vidrieras, comprando algo con aire dudoso como para hacer algo, y si uno llama a alguien por teléfono, tiene la sensación de que habla desde Marte. Ese lugar acolchado que borra todos los pensamientos y los recuerdos me hizo bien, como si en realidad no hubiera viajado.
  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    Pero después viene otra idea; uno se despide de la plaza pensando que no volverá nunca más; entonces hay que ver muchas cosas que faltan, como un condenado a muerte que come y bebe todo por última vez. Por eso se quieren ver cosas nuevas, pero a los dos o tres días, uno se funcionaliza y dice: “Detrás del Coliseo” o “Al lado de las termas vespasianas”, como algo ya asimilado y dejado de lado. Pero uno no viaja para estar como Pedro por su casa, que para eso se queda en su barrio.
  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    Sí, todo eso me gustó mucho, pero no sé distinguir un cuadro original de una reproducción: lo podría haber mirado en mi casa, todo el tiempo que quisiera.
  • Ivana Melgozahas quoted2 hours ago
    En realidad, uno viaja para ver si son verdaderos el Coliseo, el Vesubio y el Papa en su balcón. Una vez superada la pequeña y pajuerana emoción “¡Pensar que yo estoy acá!”, se observan algunas cosas: por ejemplo, que el Papa parece más joven desde su balcón; la televisión vuelve más viejos a todos. Viéndolo personalmente, se percibe que su bendición forma parte de una rutina matinal: hay movimiento de gente detrás de los otros balcones. El Coliseo está cerca de una estación de subte llamada Colosseo. Y es un coloso tan grande, tan pétreo y tiene tanta historia que me apabulla. Como no puedo saber toda su historia, lo que pasó en dos mil años a su alrededor, la poca historia que sé me la olvido y me dedico a mirar detalles absurdos, por ejemplo, a dos malandras disfrazados de legionarios o tribunos, que cobran para que los turistas se fotografíen con ellos
  • Ivana Melgozahas quoted16 hours ago
    Ahí empecé a pensar en las personas como en animalitos que tienen ciertas costumbres y a adivinarlas: cuando veía a una mujer con el vestido muy floreado, zapatos de color y el pelo como peinado por el viento y que no acertaba rápido a entender las cosas, yo decía: “Seguro que quiere ir al río”. Y si veía a un hombre correctamente vestido, pero llevando la ropa como quien se cubre nomás, con la vestimenta un poco gastada y en tonos de gris y marrón, yo pensaba: “Ruleta”. Y casi siempre acertaba.
  • Ivana Melgozahas quoted5 days ago
    ¿Qué nos darán de comer en este hotel? ¿Tocaremos tierra firme alguna vez? Me parece que nací en un avión y que voy a morir en él, pero no por accidente, de muerte natural. Un saludito a los uruguayos, unas palabritas y a mi asiento. Del congreso de Alemania no me acuerdo de nada: sólo pienso en el incordio del cucú, que Dios lo ahogue, y en una muñeca Gretchen que traje de regalo: va vestida de campesina en día de fiesta; es chiquita y preciosa. Milagrosamente, el avión va bajando; no sé cómo hace, pero me alegro: estamos en tierra.
  • Ivana Melgozahas quoted5 days ago
    Además deben estar como yo, pensando en lo que tienen que hacer cuando lleguen a su casa. No, ese avión no se va a caer. ¿Cómo se va a caer si yo ya sufrí y aprendí muchas cosas?
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