La genuina comprensión de estos fenómenos, perjudicada con cada intento de retrotraerla a esferas más estrechas, solo puede ser favorecida si en su consideración y discusión se tiene presente su origen cósmico-metacósmico: emerger a partir del indiviso mundo originario anterior a la forma, del cual ha salido ya, en efecto, el individuo corporal nacido en el mundo, pero todavía no cabalmente el ser carnal actualizado, esencial, que solo ha de surgir lentamente a partir de ese mundo originario, precisamente por medio de su entrada en relaciones.