el cuarto de la limpieza de cada sótano. Detrás de la caldera.
—¿Quién estaba al corriente, además de usted y de Carl?
—No tengo ni idea.
—¿Siguen allí las llaves, detrás de las calderas?
—Supongo que sí.
Gurney permaneció callado unos segundos, asimilando aquel hecho curioso antes de proseguir.