Poesía de sensaciones, desvarios y uno que otro reclamo. Sin duda un libro (reunión de toda su poética) al que hay que regresar en una relectura reposada. Nada cuenta y todo está en un flujo permanente aunque, paradójicame, hablen palabras en reposo. ¿Ante qué estamos? La razón, me parece, siempre va a la zaga de la emociones, sólo el idioma les coloca un cincho para, entre otros ángulos, vertir el mundo bíblico a su manera. Rasco palabras al español cuando en realidad debo reposar y volver al encuentro de un corpus que es un universo abierto. Imposible aterrizar en la dicotomía de un "me gustó" o "no me gustó". Si alguna gramática lo define, el movimiento lo transforma en hoguera. Cala, asombra y aturde, sin duda hay que regresar una y otra vez.