El señor Sergio Pitol, que es un hombre de gran sabiduría y misticismo, le dijo que le diera a él la muela, pues él conocía a un chamán en el pueblo que enterraba los dientes de los mejores hombres y mujeres, y hacía con ellos un ritual de magia blanca que aseguraba la eternidad dichosa de su alma en el recuerdo de los seres humanos