–No –ladré–. No, no, no. –Mi padre retrocedió lentamente y me llevé a mi hermano.
–Ey, Joe, mira a los pájaros –dije.
–Ey, Joe, mira ese insecto –dije.
–Ey, Joe, ¿tienes hambre? –dije.
–Ey, Joe, ¿quieres oír un chiste? –dije.
–Ey, Joe, por favor, ¿podrías decir mi nombre? –dije.
Pero Joe nunca habló.