Michael Porter.
Las fases de evolución del sector (emergente, de rápido crecimiento, de madurez y de declive) son quizás el patrón de evolución más común, pero no tiene por qué ser el mismo en todos los sectores.
Porter nos presenta cuatro aspectos a tener en cuenta a la hora de utilizar este concepto:
La duración de las etapas varía de forma considerable entre un sector y otro, y no suele ser fácil determinar en qué etapa está un sector.
El crecimiento del sector no sigue siempre un patrón en forma de S. Unos sectores se pueden saltar la madurez y pasar al declive, mientras que otros se pueden saltar alguna otra fase.
Las empresas pueden influir en la forma de la curva de crecimiento gracias a la innovación y el reposicionamiento de producto. Si una organización da por sentadas las etapas de la evolución, esta se convertirá en una indeseable profecía autocumplida.
La naturaleza de la competición asociada a cada etapa de la evolución es diferente para cada sector. Algunos se mantienen centrados, otros empiezan fragmentados y se consolidan, y otros se mantienen fragmentados.