Tú permites que sucesos lleguen a tu vida. Y a menos que tú Se lo permitas, Dios no puede hacer lo que El quiere hacer contigo. ¿Por qué? Es porque tú has permitido que otras circunstancias gobiernen e influencíen tu vida. La clave para esto es el conocimiento y la obediencia a la Palabra de Dios. Así que, primeramente, dedícate a conocerla, y entonces, obedécela.