Dios quiere que oremos. El diablo no quiere que lo hagamos y, como es de suponer, hace todo lo posible para impedirlo. Sabe que con nuestras oraciones podemos conseguir mucho más que con nuestro trabajo. Y preferiría que estuviéramos haciendo cualquier otra cosa antes que orando. No en vano sigue diciendo el poeta:
Hay ángeles malos que cierran el paso
de aquellos que acuden al trono de Dios.
En formas sutiles, les tiende su lazo.
y una vez caídos, Satán gana el caso,
pues oran en vano, ¡nadie oye su voz!