Se les ocurrió después de la muerte de Alec por sobredosis: tal vez si su amigo hubiera podido oír lo que los demás dijeron en su funeral, las cosas hubieran sido diferentes. Con ese espíritu, el resto del grupo que se conocieron en Berkeley —Naomi, Craig, Marielle y los Jordan—, sellaron el pacto: aunque pasaran los años y dejaran de verse, cada uno tenía derecho a convocar al resto para que oficiaran su funeral en su presencia y conocer en vivo lo que normalmente le está reservado a los muertos.
Ahora los años han pasado y cada uno lidia como puede con los conflictos de la vida adulta: Marielle debe superar un matrimonio que se desmorona; Naomi, la muerte de sus padres; Craig, un proceso judicial…
A través de escenas agridulces, con diálogos ácidos y sofisticados, Steven Rowley despliega una mirada compleja sobre la amistad, alejada de sus clichés de felicidad. Los oficiantes cuenta la historia de un grupo de estudiantes que juntos se creyeron invencibles y que, por separado, descubren lo lejos que cada uno está de serlo.