La velocidad de cambio a la que está enfrentado el mundo implica que en cada minuto están pasando cosas. Los avances científicos y tecnológicos marcan un nuevo ritmo que, en algunos casos, resulta vertiginoso. Los mercados ya no son los mismos y en una era como esta, donde la información está disponible para quien quiera consultarla, el comportamiento de los clientes o usuarios ha cambiado notablemente.
Lo anterior hace que las empresas, quieran o no, tengan que reinventarse constantemente para sobrevivir. No en vano la innovación se ha convertido, durante los últimos años, en un “deber” que se realiza en el aprovechamiento de una oportunidad, en la identificación de una necesidad o en la solución de un problema.