La metamorfosis

Pero al mismo tiempo no olvidaba recordar de vez en cuando que reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas

tenía que ocurrir realmente un milagro para que la cabeza no resultase herida, y precisamente ahora no podía de ningún modo perder la cabeza,

La puerta fue cerrada con el bastón y a continuación se hizo, por fin, el silencio.

Vivió todavía el comienzo del amanecer detrás de los cristales. A continuación, contra su voluntad, su cabeza se desplomó sobre el suelo y sus orificios nasales exhalaron el último suspiro.

«No hay que permanecer en la cama inútilmente», se decía Gregorio.

como si él mismo fuese su más pesada carga,

«¿Qué pasaría -pensó- si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras?»

Gregorio pasaba las noches y los días casi sin dormir. A veces pensaba que la próxima vez que se abriese la puerta él se haría cargo de los asuntos de la familia como antes

y dolorosa.
«No hay que permanecer en la cama inútilmente», se decía

de vez en cuando que reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas.